Last Rites

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En un futuro indeterminado, los zombis han llegado de Dios sabe dónde y han convertido el mundo en un lugar mucho más divertido. Por ahí siguen, a lo suyo, campando por sus respetos como hooligans turcos. Lo que queda de la humanidad se ha replegado a unas cuantas áreas fortificadas, desde las que libran una lucha agónica contra ellos. Y vosotros, en el papel de un comandante de las Fuerzas Especiales, os enfrentaréis a las hordas de muertos vivientes en una serie de difíciles misiones; una aventura que al final os llevará hasta Mordae, una especie de nigromante loco responsable de todo el desaguisado.

Más o menos así podría resumirse el argumento de este Last Rites. Es lo que he logrado deducir después de haberlo terminado. Supongo que la historia venía explicada con más detalle en el manual original —si de verdad los editores se molestaron en adjuntar uno, quiero decir—, pero yo no he encontrado copias escaneadas de él por Internet.

Este arcade se publicó de forma discreta en 1997, en sólo tres países europeos: Francia, Alemania y el Reino Unido —los alemanes, por supuesto, lo etiquetaron por su violencia como "título para adultos" y restringieron su venta—. Pasó mayormente sin pena ni gloria, con muy escasa repercusión, y en la actualidad ha quedado como una pequeña curiosidad largo tiempo olvidada.

En Home of the Underdogs lo describen tal que así:

«Last Rites es uno de los arcades en primera persona más desconocidos que se hayan hecho jamás. Pero, al contrario que clásicos infravalorados como Wrath of Earth, el juego es desconocido por una buena razón: es horrible».

Sí, lo confieso, no estamos hablando precisamente de Quake. Sin embargo, su motor gráfico no carece de cierto mérito: concebido para correr bajo MS-DOS, parece funcionar en tres dimensiones reales —si bien los diseñadores de niveles no le sacaron mucho provecho a esto—, con geometría libre, y es capaz de mostrar luces dinámicas y modelos tridimensionales. Resultaba pues más sofisticado que muchos otros motores de la época, aunque pedía también bastante máquina para correr con fluidez.

En todo caso, ¿qué comentar del juego en sí? A mí me ha dejado impresiones contradictorias. En algunas facetas se trata de un producto muy cuidado, en el que sus creadores trabajaron con mimo: además de los méritos técnicos del motor gráfico, encontré algún detallito, alguna referencia que me arrancó una sonrisilla —Guns 'r Us—. Y luego están las estupendas ilustraciones que sirven para presentar cada nivel, coloridas, detalladas e impactantes. No obstante, en otros aspectos se esforzaron menos: las rudimentarias animaciones de los monstruos, por citar uno, o los pobres y repetitivos efectos de sonido.

Y me guardo lo peor para destacarlo aquí, en un párrafo aparte. El trazado de los niveles resulta..., yo lo definiría como... Che, a fer la mà: Last Rites consta de diez etapas, y casi todas ellas transcurren en largos y absurdos laberintos. De hecho, combatir a los enemigos no representa un gran reto, pero resolver cada escenario puede convertirse en una tarea enloquecedora, de esas que te hacen conocer la palabra "frustración" en todo su significado. Al contrario que en otros arcades, no existe un automapa con el que orientaros; para este menester sólo disponéis de un radar que, en algunos niveles, señalará vuestros objetivos y la dirección general en la que se encuentran. Y como muestra de lo que todo esto significa en la práctica, mi experiencia: yo necesité ochenta minutos para cumplir la segunda misión, y se me antojaron interminables, porque buscar palancas en una oscuridad casi total tiene poco de entretenido.

Como ya he mencionado de pasada, la acción suele ser facilona pese a las grandes cantidades de zombis. También un poco monótona, para qué negarlo. Casi todos los combates se hallan planteados de la misma forma: el juego básicamente lanza una oleada de monstruos tras otra contra vosotros, y carece de la variedad táctica de títulos como Doom o Terminator: Future Shock. Sin embargo, cada nivel plantea objetivos diferentes, más allá del obligatorio "destruye todo lo que se mueva y llega al final"; existen incluso misiones de escolta, tan desquiciantes aquí como en la mayoría de videojuegos.

Se me olvidaba: ¡tendréis compañeros! En la mayoría de las misiones cuatro soldados, manejados por el ordenador, lucharán junto a vosotros. Carecéis de la posibilidad de darles órdenes, sin embargo: se limitarán a seguiros y disparar a los zombis que se aproximen. Y como esta inteligencia artificial se halla sólo una pizca por encima de la del concursante medio de Gran Hermano, cuando el combate se complica suelen durar poco. La ocurrencia, pese a su falta de refinamiento, no me disgusta.

Así que exploraréis ciudades desiertas, un supermercado y unos almacenes, alcantarillas —no podían faltar—, laboratorios futuristas, y por último la fortaleza subterránea de Mordae. No esperéis demasiado realismo: todos estos lugares se hallan recreados con tecnología de 1997 y para ordenadores de 1997, así que resultan un tanto esquemáticos y abstractos. Funcionan, de todos modos, aunque carezcan de la interactividad y la "vidilla" de los entornos construidos por las mismas fechas con el motor Build —o sea, Duke Nukem 3D y sus hermanos menores—.

Bueno, voy concluyendo ya. El juego no es malo... Esperad, sí, sí que lo es, aunque no del todo: en mi opinión, el problema que lo lastra reside en lo exasperante de sus niveles. Con otros mapas menos laberínticos hubiera quedado como un arcade segundón pero disfrutable en su modestia; con éstos, en cambio, a menudo desearéis daros cabezazos contra la pared para aliviar el cabreo, o mejor, dárselos al ordenador.

REQUISITOS DEL SISTEMA

• Procesador Pentium a 75 MHz.
• 16 MB de memoria RAM.
• 500 KB libres de memoria convencional.
• 16 MB libres en el disco duro.
• Tarjeta gráfica VGA o SVGA, compatible con el estándar VESA 1.2.
• MS-DOS 5.00 o superior / Windows 95-98.