The Terminator: Future Shock

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Bethesda Softworks es conocida hoy en día por creaciones como la serie The Elder Scrolls, pero se trata de una compañía veterana con muchos años de trabajo a sus espaldas. En la pasada década de 1990-2000, destacó por su insistencia en llevar a nuestros ordenadores el apocalíptico mundo futurista de Terminator; no fueron uno ni dos los títulos suyos que se inspiraron en estas películas, sino nada menos que cinco: The Terminator (1990), The Terminator 2029 (1992), The Terminator: Rampage (1993), The Terminator: Future Shock (1995), y The Terminator: Skynet (1996). Casi todos ellos fueron arcades en primera persona, más o menos afortunados y con una calidad aceptable.

The Terminator: Future Shock quizá se trate de la entrega más interesante de la serie. No sólo es un juego sólido y muy elaborado, sino que en su aspecto técnico incorporaba detalles que en 1995 resultaban de lo más innovadores. Por ejemplo, los enemigos y muchos objetos del escenario no se representan mediante sprites sino con modelos tridimensionales. La iluminación no se basa en sectores definidos por el creador de cada nivel, como sucedía en Doom o Duke Nukem 3D; al contrario, aquí se emplean fuentes de luz que, según su intensidad, afectan a zonas más grandes o más pequeñas. Además, no sé si el motor gráfico trabaja realmente en tres dimensiones, pero desde luego lo aparenta: veremos plantas superpuestas —por ejemplo, en los edificios semiderruidos de la ciudad o en las autopistas elevadas, pero también en los interiores—, rampas, escaleras y, en general, una arquitectura bastante variada. Todo esto suena mucho a Quake, pero este Future Shock apareció a finales del año anterior.

Si dejamos a un lado sus méritos técnicos sigue siendo un buen juego. Los enemigos, las armas y la ambientación resultan muy convincentes. Desde el primer momento puede apreciarse el cuidado que pusieron sus programadores y artistas en cada detalle; incluso podremos explorar el interior de muchos edificios, deambulando por tiendas, viviendas y oficinas devastadas. Y hay más variedad de lo que al principio podríamos pensar: misiones en las que deberemos conducir vehículos —el todoterreno y la nave voladora—, visitas a puestos de mando y otras instalaciones futuristas de Skynet, huidas angustiosas por las alcantarillas... Nuestros adversarios, como cualquiera que conozca Terminator puede suponer, son todos robots, pero existen más de una docena de clases distintas, desde minas y cañones fijos a tanques y aeronaves; todos ellos muy bien recreados, de modo que no, esta vez no se trata de amasijos informes de polígonos arrastrándose a trancas y barrancas por la pantalla, como sucedía en otros videojuegos de la primera época de los modelos tridimensionales. Además, la gente de Bethesda no dudó en recurrir a los sprites cuando éstos ofrecían mejores resultados que los modelos en 3D, como era el caso de las armas y algunos objetos del decorado.

The Terminator: Future Shock cuenta con una trama que se desarrolla a medida que vamos progresando y cumpliendo misiones. Se me ocurren pocos defectos que comentar de este juego, pero uno de ellos es que no podamos consultar los objetivos de la misión durante su transcurso; así que prestad bastante atención a las narraciones y diálogos que aparecen entre niveles, y sobre todo a las instrucciones resumidas —briefing—. Para ello, claro, serían recomendables unas nociones básicas de inglés.

Por lo demás, en las últimas etapas del juego se abusa de ese recurso barato de teletransportar enemigos por sorpresa ante las narices del jugador. Otro pequeño inconveniente lo hallamos en los escenarios en interiores, y especialmente en los corredores y estancias de los edificios en ruinas: a veces cuesta moverse con soltura por ellos, el protagonista tiene tendencia a quedarse bloqueado en esquinas, mesas y obstáculos. De todas formas, en este mundo no existe nada perfecto, y en mi opinión estos detalles cuestionables no repercuten demasiado en la calidad del juego.

Concluyendo, The Terminator: Future Shock fue uno de los arcades más interesantes de 1995, y merece contarse entre los clásicos del género. Por desgracia parece un tanto infravalorado. Es una pena, porque se trata de uno de esos títulos que, en circunstancias más favorables, los aficionados mantendrían vivo con niveles nuevos y versiones para sistemas modernos —como sucede con Doom o Duke Nukem 3D, entre otros—. Pero Bethesda nunca ha compartido la actitud abierta que muestran a este respecto otras compañías como Id Software.

REQUISITOS DEL SISTEMA

• Un procesador 486 a 66 MHz.
• 8 MB de memoria RAM.
• Tarjeta gráfica VGA/SVGA.
• 40 MB libres de disco duro.
• MS-DOS / Windows 95-98.